MartiMartita |
Recuerdo cómo fue mi infancia y cómo ha sido mi juventud, y no tiene nada que ver con lo que vive ahora la gente. Esto ya no es un cambio generacional, esto es otro mundo.
Me ha llegado de golpe con una imagen. No sé si podré describiros el flash que he tenido, pero lo voy a intentar.
Cuando era pequeña mi barrio era un barrio pequeño, de tiendas familiares donde todo el mundo se conocía. Y nosotros comprábamos la fruta en la tienda del señor Félix.
El señor Félix era un hombre amable y sonriente, de esos tenderos de antes con los que charlabas mientras te ponía los tomates, preguntaba a tu madre por sus padres (y preguntaba a sus padres por tu madre al día siguiente, jaja) y te recomendaba qué genero llevar.
Cuando el señor Félix se jubiló me dio mucha pena, también cuando lo hizo Don Víctor que tenía la panadería en frente de mis abuelos y vendía unos bollos de esos de antes (mmmm!!), y cuando se fue el zapatero y hasta el churrero.
Diez o quince años después mi barrio ya no es el mismo, ahora la fruta te la pones tú mismo. Nosotras compramos en las tiendas de la cadena ‘Tomate’, propiedad de ciudadanos chinos. También son muy majos, con la tendera me parto.
Intentad imaginar la sensación que he tenido cuando he vuelto a ver al señor Félix, ya viejito, del brazo de su mujer, tan entrañables; delante de la frutería de los chinos, mirando el escaparate y diciendo: ‘pues los melones no tienen mala pinta’.
Todo cambia, y nos vamos adaptando, muchas veces sin darnos cuenta. Pero siempre hay un momento en que coincide lo antiguo y lo nuevo. Y es una sensación rara, de nostalgia por lo de antes e ilusión por lo que llega.
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